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lunes, 16 de febrero de 2015

EL HOMBRE SIMPLE . Por: Nicolas Tamayo

Una vida con sentido suele ser una vida simple, una vida descomplicada. Lo simple está cerca de lo natural. Las complicaciones, los adornos, las ideas inventadas suelen ser un obstáculo entre el observador y lo observado, constituyen un velo que nos impide ver la naturaleza de las cosas, que nos impide ver las relaciones entre quien observa y lo observado (que son la misma cosa)

Una vida simple es posible. Vivir de manera sencilla es muy fácil, lo complicado es tomar la decisión de hacerlo. Es difícil porque hay que vencer la fuerza de la costumbre, se requiere una gran inversión de tiempo y energía inicial para romper la estaticidad y ampliar la mirada. Soltar algo suele costarnos más que mantenerlo.

Nos gustan nuestros vicios, nuestras rutinas, nuestras drogas, nuestros sucedáneos de vida. Nos gustan porque nos identificamos con ellos, terminamos creyendo que somos eso, que somos lo que somos gracias a que escucho cierta música, gracias a que estudié cierta carrera, gracias a que tengo cierto trabajo y cierto estatus. Pero la verdad es que todo eso es accesorio. No estoy diciendo que sea inútil, sino que lo “inútil”, lo que termina pesando, es la creencia que nos hace apegarnos a todo eso tomándolo por lo único y lo más importante.


Una persona que vive de manera simple usa el mundo, usa los accesorios, pero sabe que no son él/ella. Sabe que puede dejar de usarlos en cualquier momento, y que lo que ES seguirá intacto, siempre vivo y fresco. Puede dejar que le quiten los accesorios, y probablemente no se opondrá a perder algo que sabe que no le pertenece de todas formas. Esto es lo que nos cuesta.

Blog de Nicolas Tamayo: https://elcaballogriego.wordpress.com

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