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jueves, 19 de diciembre de 2013

EL VIAJE OBLIGADO DEL HEROE. Por : Gabriel Ojeda Martinez

Eso de ser buscador no es algo que te propones ser, es algo que ya traes en tu inconsciente. En un momento de tu vida esa búsqueda te alcanza, no es algo que tu estas buscando es algo que te encuentra. Te contacta casi siempre a través de una enfermedad, un accidente, una tragedia familiar o personal y es cuando comienza el camino del buscador, que casi nunca es por voluntad propia sino por una inquietud existencial que te saca abruptamente de tu zona cómoda y de tus certezas, un llamado esencial que a pesar de todos los intentos de hacerte “el loco” no puedes dejar de responder, es como si te lanzaras de clavado al infierno, sin saber cómo y porqué, es el llamado del alma pero aún no lo sabes, porque inicialmente no se te presenta como un canto angelical sino más bien como un caos nunca antes experimentado pero tampoco extraño a tu consciencia, no exento de un inmenso dolor, de un dolor que nunca antes habías sentido, o más bien que no recuerdas, un dolor que te despierta que te dice que la vida como la conocías ya no va más. Sabes que no hay nada que hacer y que tienes que emprender algo “la búsqueda”, pero búsqueda de qué! si todo estaba tan bien, que necesitas entonces buscar, crees que todo eso es pasajero y que solamente te has perdido y que se trata de encontrar el camino de vuelta y nada más. Aun estas ciego, medio atontado por el golpe, aun estás a tientas, como un ciego sin sus gafas, no sabes qué te golpeó tan fuerte, no sabes qué camino tomar y el primer paso es salir a divagar, crees que va a ser “fácil”, crees que tienes las pistas, lo que no sabes es que te vas a perder más y más y entre más insistas en regresar más el mar te va a golpear, no hay retorno, estás obligado a embarcarte y cuando estás en medio de la tormenta te preguntas ¿por qué a mí? ¿Qué pecado cometí? ¿a quién maté? Es un camino al que entre miedo y deseo te vas abriendo, aparentemente no es un camino deseable, pero el alma lo anhela.


Fue en ese preciso instante cuando “me inicié” en la búsqueda, no digo que tenga que ser así para todos, solo que mi experiencia concuerda con el relato de otros buscadores que también se han visto, como dirían los manuales de dramaturgia clásica, “lanzados a la acción”, es el famoso camino del héroe, que muchos han tomado como referencia del camino espiritual. Lo que me interesa recalcar en este artículo es que ese camino no es opcional, cuando el héroe es llamado, no puede hacer nada para evadir la acción, está obligado a actuar, no es el quien actúa son fuerzas inconscientes, sobre todo familiares las que lo empujan a la acción. Has sido “puesto” es el camino del buscador que se abre ante tus pies y no tienes otra opción que recorrerlo o soportar ese inmenso dolor. Ese llamado vive en ti, en tu inconsciente personal y sobre todo familiar porque el árbol sabe lo que necesita y cuando en una familia surge un buscador es porque éste encarna el deseo de todo el clan de salir de lo conocido e ir hacia adelante que es también el deseo de toda la humanidad junta. Ese proceso no es heroico en la manera en que usualmente concebimos lo heroico, está plagado de trampas impuestas por el mismo árbol y de acciones invisibles no se trata de ir por algo se trata de hacer girar algo adentro para que gire el resto afuera y en otros.

Tengo claro el momento en que fui lanzado, iniciado en el camino de la sombra, tengo claro que fui “obligado” a iniciarme en algo que desconocía y temía precisamente porque lo desconocía, en algo que fue a costa de mi voluntad. Hace 16 años en La Habana Cuba, yo era un inocente joven de 19 años convencido que era el dueño del mundo porque mamá me había convencido de serlo. Creía que el mundo estaba ahí para ser conquistado por mí, que tenía el control de todo y que solo era cuestión de tiempo para convertirme en el rey del mundo. El reycito de mamá. Por ese entonces estudiaba Comunicación Social en la Universidad Javeriana de Bogotá y mi vida no podía ser mejor, tenía todo lo que un joven de mi edad pudiera desear, una novia que me quería, amigos ricos y algunos famosos, una madre que “vivía para mí y veía por mis ojos”, estudiaba en una Universidad prestigiosa, viajaba a lugares exóticos con frecuencia, una vida perfecta y buenas posibilidades de éxito. Cual era entonces la necesidad de meterme en tantos problemas? Porque no podía viajar a Estados Unidos o a la playa como todos los demás y volver a Colombia con ropa y juguetes nuevos de temporada o luciendo un atractivo bronceado? porqué tenía que irme a Cuba en pleno bloqueo económico con todas las prescripciones del peligro y la dificultad que entrañaba, cuales eran esas ganas locas de bajar al infierno? Ni yo mismo lo sabía solo que no podía evitarlo y ante la incredulidad de algunos, los consejos de muchos y las bendiciones de mamá, decidí partir a ese viaje y fue a partir de ese viaje que mi vida cambió radicalmente y hoy después de entenderlo aún no he dejado de meterme en hermosos problemas y de bajar a preciosos infiernos; la diferencia es que ahora lo hago conscientemente, no soy lanzado, me lanzo, no solo lo hago yo sino que inicio y acompaño a bajar a otros, sin ese viaje no sería lo que soy hoy.


Yo iba al Festival de Cine de La Habana y a estudiar Dramaturgia y Guión como parte de mi formación como comunicador social y un primo me pidió el favor de llevar un café colombiano a una mujer que trabajaba en una emisora en La Habana. Cuando llegué a su casa, le entregue el café y me senté en su sala a hablar con ella, el tema de conversación que surgió fue el de los libros de Carlos Castaneda que en esa época, como muchos jóvenes de mi edad, yo me encontraba leyendo ansiosamente. La primera persona que me regaló un libro de Carlos Castaneda años atrás fue un primo, el mismo que me pidió el favor de llevar el café a Cuba “que curiosa coincidencia”.



Cuando comenzamos a hablar de esos temas un pintor oriundo de Cali, Colombia que se hospedaba en la casa de aquella mujer, salió del cuarto donde se encontraba. No había salido antes porque no le interesaba conocerme, hasta que comencé a hablar del tema. Súbitamente se interesó en mí y se ofreció a enseñarme la Cuba que usualmente no le enseñan a los turistas y yo con una mezcla de miedo y deseo accedí a ese “city tour” el cual comenzaba con un homenaje a Santa Bárbara Bendita que iba a ofrecer una Escuela de Danza en la ciudad de la Habana y fue ahí que recibí mi primera iniciación en el camino del héroe. Iniciación en qué? En una espiritualidad muy profunda que incluye el paso por la sombra como paso esencial e ineludible. Hoy día no se mucho de las religiones de origen africano apenas comienzo a aprender y en ese entonces sabía menos, solo cargaba el prejuicio de que esas eran “cosas de negros” y que por ser de negros eran peligrosas y contenían brujería y amarres y solo había escuchado historias de hombres que drogaban o rezaban para obligarlos a casarse con mujeres cubanas y que de esta manera poder salir de Cuba. Yo, entre miedo y deseo me seguí adentrando y recalco que no era dueño de mis actos que en alguna parte de mí siempre fui de la mano de una fuerza inconsciente y otra supraconsciente.



La casa donde se iba a celebrar la ceremonia era como la mayoría de los barrios de La Habana de ese entonces, el recuerdo de un pasado de casa majestuosas que se habían convertido en multifamiliares, en cada casa vivían muchas familias, en lo más álgido del bloqueo económico de EU a Cuba. El sitio del ritual era una casa de esas, antigua de los años 20 o 30, que no conservaba sino su estructura. En el antejardín de esa casa se erigía un altar a Santa Bárbara, ante él, todos mis miedos y prejuicios por pertenecer a una tradición católica y a una familia inconscientemente religiosa salían a flote, ya que el altar contenía comida, frutas, tabaco, dinero, figuras de santos y dioses negros y desconocidos para mí. Lo que hoy me parece fascinante en ese entonces me parecía aterrador porque me encontraba imbuido de religión católica y sin darme cuenta era absolutamente fiel a la religión que me habían heredado mis padres si siquiera ellos saberlo ya que no eran prácticamente pero si llevaban ese peso católico. Hoy, que entiendo la gran bendición que es el camino de la sombra, me doy cuenta también de lo maniquea, infantil e ignorante que es la iglesia católica en la que yo me críe y la cantidad de prejuicios adquiridos con los que se vive sin darse uno cuenta.


Y comenzó el ritual y 4 hombres comenzaron a hacer sonar tambores, al cabo de una hora o menos, los músicos, las bailarinas y bailarines y toda la concurrencia nos encontrábamos en estado de trance, sin haber tomado nada ni bebido nada yo sentía que me despegaba del suelo y que me metía en otro
mundo, tenía visiones al ritmo de las tambores y del culto dionisiaco a Santa Barbara. Era un típico estado de trance que para mí era nuevo ya que nunca había pasado de las borracheras con mis amigos. El hombre que me llevaba me “obligó” a bailar con aquellas personas en trance y a usar collares y después de eso y de que yo con esos actos había abierto canales de consciencia nuevos para mí el hombre dijo las palabras “ya está iniciado”. Yo no sabía qué hacer, había sido víctima de una brujería, pero si yo no sabía nada de eso mi pertenencia a ese mundo, estaba ahora en manos del demonio o de algún maleficio, en ese momento salió de mi algo que desconocía, mis prejuicios, mi ignorancia y mi más profundo catolicismo. A pesar de no ser religioso ya llevaba la religión a cuestas y me estaba perdiendo de una grandiosa iniciación espiritual y de dejarme llevar por la vida y sus regalos y no guiándome por preconceptos y prejuicios heredados de lo bueno y lo malo, todo por mi fidelidad al culto que llevaba en mi inconsciente, para el cual toda esa cultura africana y su riqueza es depreciable.

Aun no entendía en que me había iniciado, me sentía en medio de brujos y de manipuladores que podían hacer conmigo lo que quisieran . El miedo de estar solo, en un país que desconocía y rodeado de tanta “locura”. Finalmente deje que la experiencia me siguiera llevando y les recuerdo que una fuerza era la que me llevaba. Luego del ritual fui a comer a un restaurante donde servían un “plato especial” a los que habíamos hecho parte del ritual y ese si contenía algo que cambió mi percepción habitual totalmente, entre en un estado aumentado de consciencia como le diría Don Juan a Carlos Castaneda. Después de la cena fuimos a un bar y estando allí sentía que todos los que me rodeaban eran demonios, sombras y brujos. Sobra decir que el miedo fue total en todo el tiempo y en cada paso en que viví esta iniciación. En ese entonces no entendía porque no me retiraba y ya, repito que no era dueño de mí mismo y era una fuerza más allá de mí, inconsciente y supraconsiente la que me guiaba. Mi guía se despidió, creo que nunca lo volví a ver después de eso. Y definitivamente esa fue mi iniciación en la sombra la cual hoy honro,
entiendo y agradezco, aunque en su momento no sabía muy bien de que se trataba y de donde había venido hoy la celebro.


Hoy después de analizar mi árbol sé que mi abuelo materno fue un buscador perdido, un loco que terminó en la calle y murió en la miseria. Que a mis padres los unió el fervor comunista y que también fueron buscadores de la libertad que el régimen patriarcal en su máximo furor les prohibía y contra el cual tampoco pudieron hacer más que entregarse y convencerse. Ahora sé porque fui a Cuba, porque me inicié en la sombra y ahora sé a qué búsquedas ajenas estaba obedeciendo y ahora sé cómo mi propia búsqueda puede nutrir mi árbol para que las generaciones venideras tengan libertad de decidir sus propios caminos. Se también que mi primo lo que me entregó fue un legado inconsciente para que saliera adelante más allá de las prohibiciones de origen católico que hoy lo tienen esquizofrénico, cargando de forma negativa la sombra de la familia.

Este tipo de experiencias me han ocurrido a lo largo de toda mi vida y hoy después de muchas iniciaciones, hoy sé que en mi familia hubo más de un miembro que quiso intuitivamente recorrer el camino de la sombra es decir del autoconocimiento y la profundización en el sí mismo y en esa búsqueda se perdieron, tampoco tenían mucho para agarrarse precisamente por el entorno católico en que crecieron para el cual todo este viaje está representado por Satanás, y esa prohibición ya estaba inscrita en su inconsciente. Lo que si se es que ese legado, ese que me entregó un primo, seguro sin darse cuenta, en forma de café colombiano y libros de Castaneda es el camino que hoy recorro y que espero recorrer plenamente para honrar a mis ancestros y ayudar a que mi árbol prospere. Porque después de eso mi vida dio un giro y a pesar del dolor fue como le encontré el verdadero sentido a esto que llamamos vida que hoy para mí no es otra cosa que un camino iniciático. La experiencia del buscador no se adquiere con los títulos, se adquiere con el camino recorrido, sin dejar de reconocer el propio y el de otros y el buscador en algún momento de su búsqueda debe a su vez convertirse en iniciador de aquellos que intuitivamente comienzan a buscar porque carecemos de iniciaciones y rituales iniciáticos, es parte de lo que la religión católica nos ha quitado y en ese proceso no nos ha permitido trascendernos a nosotros mismos, superarnos y crecer, hacernos adultos, pasar a otros niveles de consciencia y principalmente conocer nuestro poder y fuerza espiritual que como seres humanos nos es propia. Para obtener nuestro herencia espiritual todos los santos verdaderos de todos los tiempos y de todas las religiones nos han dejado los rituales y las iniciaciones.

Gabriel R. Ojeda M.


2 comentarios:

  1. Gabriel buenas noches acabo de comprender que yo soy la buscadora de mi clan , acabo de repetir la historia de tristeza de mi abuela manterna

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  2. Me ha gustado mucho esta exposición del viaje del héroe.Yo soy un ejemplo viviente del buscador al que la búsqueda de un padre, oculto a mis ojos y a mi vida por los prejuicios morales familiares maternos, le encuentra un buen día, a través de una serie de relaciones fortuitas y coincidencias inexplicables que tejieron los , también ocultos, hilos del destino.

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