By Christian Gundtoft |
Yo caminaba como
cualquier otro día, mis pensamientos eran los de costumbre y un par de cosas
pendientes ocupaban mi mente; el día transcurría como la vida que aún trato de
comprender.
Mi desconexión
habitual de repente se encontró con otra, una más fuerte, más acorazada, más
dura y agresiva tanto que me protegí en mi silencio y busque la manera de
escapar, pero no lo logre, la inmovilidad de su fuerza me congelaba y todas las
resistencias y defensas internas gritaban sin poder expresarse, solo la parálisis
y la presión en el pecho…Qué era esto?, Un desconocido puede causar tal
reacción en mí que el miedo me invade a tal punto que temo desmayarme?
En esa quietud e
inmovilidad mi cuerpo se durmió y en el encuentro te mire fijamente y tú no me
viste, aferrándome al pulso de mi corazón alterado tampoco te vi, aún no
recuerdo tu rostro solo el reflejo de lo que recordé viéndote, un niño
asustado, frenético y desolado que grita sin cesar el calor de un regazo que no
supo cómo acobijarlo, tu fuerza me recordó lo débil que soy, tu guerra mi
búsqueda incesante de una mala paz, mi violencia lenta y la imposibilidad de
sentir dolor, mis palabras mediadoras llenas de acallantes voces que alargan
una cadena de miseria que desconozco y en tu actitud desafiante la ignorancia
con que llevo mi triste y vacía vida tratando de ganarle al tiempo una carrera que
me lleva a la muerte; así preocupado por despertar tu sonrisa me sumergí en
compasión por mí mismo, por mi vacío y mi condena de no saber qué hacer porque
desconozco mis pasiones por miedo a verme desnudo y reírme de lo poco que tengo
para esconder…quisiera no olvidar este momento, seguro que no lo haré, pero
temo que voy a enredarme en mis deberes vitales y la sacralidad de este momento
pasara a ser un recuerdo de algo que quisiera tener presente en cada segundo de
mi vida pero no lo voy a hacer, solo se irá conmigo la sensación de asfixia y
el momento en que el aire entro desde la coronilla hasta el sacro y llego a mí
una claridad que no sé cómo definir y que prefiero no hacerlo, así lo recordare
porque este momento es tan parecido a la belleza como al sentido de la simpleza
de la vida que aún sin vivirla se empeña en mostrar lo inerte que soy ante el susurro
más vital.
Muestro
vanidosamente el sufrimiento y las secuelas que ha dejado en mí para que se
note mi experiencia, muestro mi perplejo y estoicismo ante la vida y la
imparcialidad que me da un lugar de privilegio sin mezclarme con pasiones que
después juzgare de bajas. Soy tan patético que creo ser coherente al seguir mi
alienación antes de desplegarme ante un mar de emociones descontroladas para
que se note mi locura y el degeneramiento que escondo tras mi imagen limpia y
bien cuidada. Soy una muestra de lo que el mundo quiere ver, un personaje de
este teatro absurdo sin público en el que todos aplaudimos el eco silencioso de
la miseria en la que hemos caído y que sin darnos cuenta alimentamos sin escrúpulos.
Planeo mi vida sin temor a la muerte, me burlo del destino y saqueo el tiempo
como si me perteneciera, no sé cuántas respiraciones me quedan, no sé cuántos
encuentros más tendrán que pasar en mi para despertar de una vez por todas, soy
todas las personas y no soy ninguna, no conozco el origen aunque intuyo lo que
podría ser llegar allá donde todos en un suspiro colectivo anhelamos llegar.
Enara Amarillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario