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miércoles, 18 de febrero de 2015

EL TRABAJO DIGNIFICA. Por: Nicolas Tamayo

Cuando trabajar es sinónimo de largas jornadas, bajos salarios, actividades sin sentido, cuando se trabaja para alimentar fortunas ajenas y en actividades que matan la creatividad, a esa sociedad le conviene sobrevalorar el trabajo, le conviene sobrevalorar el acto de trabajar en sí, sin importar el sentido de ese trabajo, ni su impacto social, ni la satisfacción que ofrece o las posibilidades de realización que nos puede dar.

Creo que tenemos las prioridades cambiadas. Como dice una frase  por ahí: “gastamos dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos para impresionar a gente que no nos importa”. Muchos de nosotros hemos trabajado realizando actividades repetitivas, de plano aburridas, y lo que es peor, sin sentido.

Ese último punto a mí me parece central: el sentido. Hemos perdido, o por lo menos olvidado, que nuestro hacer tiene que estar dirigido por un sentido. Sentido que puede ser libremente elegido, y que es ideal responda a intereses que nos mantengan sanos, intereses que le aporten vida a la vida, tanto a nivel personal como colectivo.

Muchas veces incluso usamos el trabajo como una excusa, una excusa para no ocuparnos de lo que sabemos que tenemos que hacer, de aquello que es primordial. En esos casos extremos usamos justificaciones como “no tengo tiempo”, “tengo que cumplir con mi jefe” “mi trabajo es más importante” “mi trabajo es lo que me permite pagar mis gastos” (gastos excesivos e inútiles en la mayoría de los casos).

Es cierto que estoy generalizando, pero por lo menos en algún grado cada uno de nosotros se ha visto influido por esta concepción cultural que tenemos sobre el trabajo. Por el simple hecho de haber visto trabajar (en exceso) a nuestros padres y abuelos, por habitar en una sociedad donde todo gira entorno al sagrado trabajo, hemos absorbido una forma de plantearnos esta parte importante de nuestras vidas: nuestro hacer.

Nuestro hacer debería estar íntimamente relacionado con nuestro ser, debería derivarse de nuestro ser. Pero como el mismo trabajo no nos deja tiempo para indagar en los misterios de nuestro ser ¿Cómo vamos a lograr vislumbrar que nuestra actividad laboral esta a veces muy lejos de lo que somos?

Suena casi paranoico, pero es como si a nuestra sociedad le conviniera producir trabajadores responsables, productivos, obedientes y sumisos. Curiosamente a veces el más responsable con su trabajo es el más irresponsable en cuanto a su salud, familia y vida personal se refiere.

Quizás sea momento de empezar a cuestionarnos estas cosas, de empezar a ser nosotros los que guíen el sentido de las actividades que hacemos. El trabajo, la disciplina y el esfuerzo son realmente productivos cuando hacemos algo que nos motiva y nos llena de energía. El trabajo duro, bien orientado, está más cerca de eso que llamamos pasión, que de eso que llamamos stress.


Es tiempo de dejar de traBAJAR y empezar a traSUBIR

Blog de Nicolas Tamayo: https://elcaballogriego.wordpress.com 

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