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jueves, 24 de julio de 2014

UN FALO SAGRADO Por: Enara Amarillo

By: Christian Gundtoft
La mayor de las represiones de los seres humanos comienza con el dios padre, ese dios iracundo y vengativo que está lleno de odio esperando el mínimo cumulo de errores para descargar su furia sobre un ser que no tiene la mínima posibilidad de defenderse o evitar el error para poner fin a esta cadena de abuso, pues si fuimos creados imperfectos esta deidad  castigaría por simple deseo sádico y morboso.

Lo humano es susceptible de discusión lo divino no lo es, entonces interpretar y generar toda una devoción a una deidad con cualidades humanas es susceptible de ser errónea. Si crecimos en una cultura donde los hombres usan pantalones y las mujeres cabello “con corte de mujer”, no entiende uno porque los curas están tapados con un vestido entero faldudo y las monjas tienen un corte militar, nada en esta simbología hace mas apología a la castración sexual y del ser que esta.

Alabando a un dios crucificado y muerto en la cruz por nuestros pecados lo único que se ha generado es culpa, sadismo, masoquismo y morbo. Si tenemos un Dios padre obviamente tiene que ser hombre y ¿Cómo crearía vida?; alguna vez en el colegio católico donde estudie pregunte cuando tenía 5 años si la virgen María era la esposa de Dios y la monja me respondió: “eso no se pregunta porque es pecado” y cuando tenía 12 escuche en una conferencia en otro colegio católico donde también estudie a una niña de 15 años que le pregunto a una de las tantas monjas que quería conocer una versión más humana de Jesús y la respuesta que le dio fue: “Jesús se reía mucho”, ¿acaso conocemos algunos de sus chistes?, además hasta donde me enseñaron a mi reírse en misa es pecado y de las escrituras es DOBLE PECADO.

Creíamos que esto se había acabado con el auge de la modernidad pero no es así, en los tiempos de hoy pienso que el mensaje de la castración sexual  de la que hablaba Freud es el miedo del niño a crecer y ser adulto, los padres no lo son, que mayor traición hay a la manada que crecer, salir y crear un vida propia, cuestionar y crear unas ideas y creencias que estén acordes con el camino que se quiere llevar, que sean flexibles y susceptibles de cambio, no creo que haya algo que le pueda generar más culpa; es ahí donde surge la castración sexual, el falo sagrado y Dios como su portador, la prohibición del deseo y la más grave de todas el miedo a crecer a desarrollarse sexualmente como el cuerpo naturalmente lo hace, el miedo al vello púbico, a la sexualidad despierta que nos dice que estamos listos para dejar de ser niños y empezar el camino a la adultez, se crea la perversión activa de los hombres y la pasiva vengativa de las mujeres, surgen las nuevas masculinidades que temen a toda costa superar a la madre víctima, odian masoquistamente lo femenino y a los que se atrevan a ser hombres desarrollados.

En la cultura patriarcal es quizá el reto del humano de hoy hacerse adulto y enfrentarse al Dios padre todo omnipotente que no es hombre, ni es malvado, es solo la representación castradora de los padres que tuvieron miedo a su propia sexualidad convertida en un monstruo perverso capaz de matar a voluntad. No generar más concepciones de un ser andrógino que suma todo lo humano en uno, eso estaría más cerca de una deidad psicótica narcisista; no alimentar esta psicosis colectiva que crea guerras y mata inocentes por preferir ser los favoritos a comprender que eso nada tiene que ver con el amor; no seguir alimentando una ilusión que a pesar de parecer poderosa que tiene  millones de adeptos y seguidores que dan like en redes sociales para afianzar su fe o por simple miedo comparten para no ser inundados por plagas que los haga sentirse herejes y cometer el pecado de cuestionar y pensar por sí mismos.


El pecado más grande que comete esta humanidad es seguir alimentando preceptos morales inhumanos olvidando que un maestro como el Buda comenzó su camino de iluminación cuando salió de su palacio, dejo de ser un príncipe y se conectó con el sufrimiento de la humanidad.

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